‘Hallowe’en’ ‘Hallowe’en’
Recientemente, caminando por las calles de mi colonia, me encontré con un panfleto “cristiano” muy curioso: lleva por título “ ‘Hallow’en’ ‘Hallowe’en’ [sic]”, tiene como epígrafe dos citas de la Biblia (Dt 18: 10,13 y Lc 20:38), al lado izquierdo muestra una ilustración de una calabaza tachada y está dirigido “a consideración de maestros y padres de familia cristianos”. No es la primera vez que me encuentro con panfletos similares que pregonan que Halloween es una fiesta satánica, una abominación a Dios y una forma de “pasar a nuestros hijos por el fuego y ofrecerlos a Moloc”.
Normalmente hago caso omiso a dichas publicaciones, pues más bien las considero absurdas. Me decidí, sin embargo, a publicar una refutación a éste, porque me pareció difamatorio y escrito con mala intención. Me explico: cada quien tiene derecho a creer lo que quiera y, en general, a “promocionar” sus creencias, pero el panfleto que, por cierto, carece de firma (por lo menos de una legible), se sirve de inexactitudes históricas y mentiras para decir que la Iglesia Católica y sus miembros propagan el satanismo y conducen a sus hijos al fuego de Moloc. Cito textual: “Quienes influían en aquel entonces en la iglesia tomaron de las tinieblas lo que se ofrecía al diablo, para ofrendarlo después al Señor” Semejantes expresiones de intolerancia no son buenas para nadie y, si se basan en mentiras, peor. Por ello, me he tomado el tiempo de desacreditar el panfleto que, por lo demás, presenta una argumentación lógica bastante cuestionable.
El texto empieza contando cómo Halloween viene de los druidas, cosa que es real, y explica brevemente sus costumbres con cierta precisión. Habla de cómo los druidas creían que las almas de los pecadores (habría que analizar el concepto de “pecado” de los druidas, si es que lo tenían) eran transferidas a animales según el juicio de un tal dios Samhain. El siguiente párrafo, que tiene una extensión de tres líneas dice: “Por ello, la noche anterior a Todos Santos [sic] llegó a conocerse durante la Edad Media como el tiempo más favorecido por los seguidores de satanás [sic]” ¡Vaya lógica! Según parece, el autor piensa que de las creencias druidas antes explicadas se sigue, sin lugar a dudas, que los satánicos de la Edad Media consideraba la referida noche como su día “más favorecido”. El párrafo de tres líneas continúa explicando que los seguidores de satanás [sic] “se componían de hechiceros y brujas” y termina diciendo, como si lo anterior lo explicara todo: “De ahí la tradición.”
Ahora bien, decir que los brujos y brujas de la Edad Media eran adoradores de Satanás es bastante inexacto. Es cierto que durante aquella época existieron grupos de adoradores del demonio, pero estos fueros muy reducidos y eran, justamente adoradores del demonio, no brujos. La brujería nunca o muy pocas veces involucra adoración demoníaca, más bien comprende creencias paganas fundamentalmente celtas y druidas, como el mismo panfleto aclara. Los primeros en identificar la brujería con la adoración a “Moloc”, por usar el nombre del demonio del panfleto, fueron los inquisidores. La Inquisición fue la primera —pero no la más férrea— persecutora de las brujas aduciendo un “pacto con el diablo”. Pareciera que la misma línea inquisitorial de pensamiento corre por las mentes de los autores del texto.
A continuación, el panfleto pasa a explicarnos “la razón por la cual algunos creyentes han insertado al Hallowe’en [sic] en el Cristianismo”. Y ahí comienzan las calumnias, que, o denotan una clara ignorancia, o una malicia igualmente clara. Dice: “la razón por la cual […] es porque en el siglo [sic] VIII, el Papa Gregorio IV decretó que ese día debía observarse universalmente por la Iglesia Católica de aquélla época.” Gregorio XIV no fue pontífice durante el Siglo VIII, sino que fue electo en 827, 27 años después de terminado el mencionado siglo. Además, pese a que no existen muchos registros de lo que el Papa Gregorio IV decretó durante su pontificado, la Iglesia Católica nunca ha observado el Halloween como día de guardar. Claro que aquí podría explicarse la confusión mediante la etimología del término: Halloween viene del inglés para la víspera de Todos los Santos: All Hollows Eve, que, con el tiempo, se fue acortando hasta el moderno Halloween. Si Gregorio IV decretó la observancia de Todos los Santos no lo sé. Pero, ciertamente, nunca decretó la observancia de la festividad pagana de la víspera —es decir, una noche antes— de la fiesta, esta sí, de Todos los Santos.
Lugo viene un párrafo donde explica, de nuevo mostrando cierta precisión, los orígenes de la tradición de disfrazarse, volviendo a los druidas y paganos. Pero después, al siguiente párrafo, vuelve a arremeter contra los cristianos que adoptaron la costumbre. Aquí aparece la parte antes citada sobre cómo la Iglesia tomó “las cosas de las tinieblas” para ofrendárselas al Señor. Luego dice: “Como muchas fiestas paganas, adaptadas “convenientemente” [sic] —aquí hago una pausa para preguntarme por qué al autor se le ocurrió usar comillas— al uso cristiano, Hallowe’en es hoy en día, tan desconocida, como universalmente aceptada. Pero son muchos los pasajes de la Biblia que afirman que tales prácticas son una abominación ante Dios (Leer Deuteronomio 18) y castigadas con la muerte (en el Antiguo Testamento). De modo que Dios odia tales festividades, no importa a quien [sic] se supone que estén honrando.” El mismo autor deja claro qué tan desconocida es la festividad hoy en día con su propio texto; y, sobre que es universalmente aceptada, pues ahí ya cada quien sacará sus conclusiones. Por lo que respecta a la condena bíblica, la cita preferida del autor, Dt 18: 10,13, condena: sacrificar a los hijos en el fuego, la hechicería, la astrología, la magia, la consulta de espíritus y la invocación de los muertos. Yo no sé a qué celebraciones de Halloween haya ido el autor, pero dudo que, en las fiestas infantiles del 31 de octubre, los niños hagan cualquiera de esas cosas. Y la historia es más o menos igual con las otras citas provistas por el panfleto. Finalmente, está claro que en el Halloween no se adora a Dios, pero nadie ha dicho que así sea, ni es malo sólo por eso ¿o qué? ¿Son condenables entonces el 16 de septiembre y el día de las madres?
Ya para terminar, transcribo textuales los dos últimos párrafos del texto:
Los cristianos estamos siendo empujados por las escuelas particulares y los comerciantes sin escrúpulos y han querido “ambientarnos” tanto en las tradiciones paganas —permítanme nada más preguntar cuáles, a parte del Halloween— , que ya se hace difícil apartarnos de ellas; más aún, se llega incluso a “defenderlas” —de nuevo no me puedo explicar las comillas— y a discutir que “no sería justo alejar a nuestros hijos de tales diversiones”…
Pero examinando el asunto, nos preguntamos: ¿En verdad, qué tenemos los cristianos que ver con murciélagos, mogotes secos, duendes, brujas, calabazas, fantasmas o vampiros? ¿Por qué insistimos en adoptar estas imágenes del domino de satanás, e imaginar que nos benefician? Los dulces recibidos no tienen tanto valor como para pasar a nuestros hijos por el fuego y ofrecerlos a Moloc.
Aquí sí se van de plano hasta el extremo. ¿En verdad, qué tenemos que ver los cristianos con perros, verdes valles, flores olorosas, espinacas o crepúsculos arrebolados? Pues casi lo mismo que con los murciélagos, los mogotes, los duendes, las clabazas o las brujas. ¿Y por qué habrían de ser éstos imágenes del dominio de Satanás? Bueno, espero que aparezca otro panfleto para explicarnos eso, pues en éste no es posible hacer una relación lógica entre tales objetos y el maligno. Y tampoco creo que una mente no llena de ideas tortuosas y conspiraciones satánicas pueda hacerlo sin dificultad.
En Hallowen no se adora al diablo, ni a la muerte, ni a los muertos. Ni siquiera se hacen rituales paganos, se trata de una tradición que ha sobrevivido en el tiempo y que, para casi todo el mundo, no tiene más significado que niños pidiendo dulces. Por lo que respecta a Todos los Santos, pues la Iglesia Católica alaba a Dios a través de ellos, que son, para los católicos de hoy, un ejemplo de vida y un modelo a seguir. No vale la pena entrar en discusiones doctrinales sobre la existencia de los santos, la anterior es una simple explicación. Y, en relación al Día de Muertos, tampoco se honra ni se invoca ya a los muertos. Eso se hizo en el México prehispánico y ahora se honra a aquellos que se han ido a vivir con el Creado. Dice San Lucas en el capitulo 20, versículo 38 de su Evangelio: “Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos.” Es cierto, si fuera un Dios de muertos, ¿qué esperanza tendríamos? Si levantamos un altar a nuestros muertos, es porque pedimos a Dios por sus almas y esperamos verlos allá con Él, no porque los adoremos y los veamos como ídolos sagrados. Jesús ofreció la vida eterna en el reino de su Padre, por ello, los cristianos que seguimos la tradición del Día de Muertos, no honramos muertos, sino vivos.
Y para terminar, Cristo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14:6) Si Dios no está en la muerte, ciertamente tampoco lo está en las calumnias y la exageración.
19 de octubre de 2007,
Adrián Rodríguez Alcocer
Comentarios a: aroa8187@hotmail.com
viernes, 19 de octubre de 2007
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